martes, 18 de octubre de 2016

En Gdansk


Eran las seis de la tarde cuando las lanzas negras de la valla proyectaban su sombra sobre la ventana del corredor. Llegué al piso agotado por el calor estival, cuando en la cocina me encontré con Sonia. Semidesnuda, estaba hablando por teléfono con alguien cuyo murmullo metálico yo no reconocía. Con su mano derecha sujetaba el móvil pegado a su oreja (tenía los nudillos blancos de la tensión, su voz también temblaba.) Su mano izquierda, la que va directa al corazón, sujetaba un libro de recetas cerrado. Yo sabía que ese libro era el que le regaló su madre antes de irse a Irak de viaje y desaparecer hace un año, el que Sonia guarda en ese cofre bajo la cama de matrimonio. De su madre nada hemos sabido desde entonces. Me indicó escribiendo en el calendario mientras conversaba con alguien que era ella, por eso me alarmé.










Sonia tenía recogido el pelo en una coleta de caballo (siempre me gustó cómo le quedaba) en la terminal 4 del aeropuerto de Gdansk. ¿Cómo habíamos llegado hasta ésto? Los dos en Polonia tras la pista del paradero de su madre, pista escurridiza como un pez entre las manos, pista que llevamos un tiempo demasiado valioso siguiendo. Accediendo al email al que Sonia había entrado otras veces, cuya la clave estaba apuntada en el santo libro de cocina, descubrimos que Sagrario se encaprichó de un joven iraquí que conoció a través de una red social, todo un señor podíamos ver allí.¿Cómo llegó hasta ella? No lo sabemos, pero desde luego que sospechamos que nada bueno se debía de traer entre manos, cuestión aún en el aire tanto para la investigación de la Policía Nacional como para nosotros. Sólo sabemos lo que Sagrario nos dijo en la llamada. Que estaba bien, y que viajaban Tammuz y ella en limusina hasta la ciudad polaca de Gdansk para visitar la inauguración del recién construido Edificio Tecnológico propiedad de la empresa petrolera de su pareja.





Se hacen eternas las horas de espera, fumo un Lucky mientras Sonia mira por el ventanal.

¿Saben qué pienso de todo esto? Que desde luego que la madre de Sonia ha tenido una manera realmente inesperada y barroca de vengarse de su hija por querer compartir su vida con un fracasado agente de prensa como yo. Viviendo la vida que ella quería para su hija a toda costa.

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